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miércoles, 29 de septiembre de 2010

SUBIDA AL ANGLIRU 2010- 13 km

El puerto de El Angliru se hizo célebre por las ascensiones de deportistas  en la Vuelta Ciclista a España. Desde entonces los runners se han sumado a la aventura por pisar la cumbre.
Cicloturistas y runners han porfiado que si en un enfrentamiento entre un ciclista y un atleta. ¿Quién ganaría la subida al Angliru?  Ahora lo tengo claro, el atleta sería el vencedor. Habría que poner unas bases, entre ellas precisar que el punto de salida se ubicara en Via Pará, a siete kilómetros de las faldas del mítico puerto.
Pleno esfuerzo
Pleno esfuerzo
El día anterior a la carrera acudí a la rueda de prensa de presentación del evento. Allí descubrí mis cartas. Revelé  que había preparado el acontecimiento deportivo como si en ello me fuera la vida. Me hacía ilusión afrontar un evento de tal dureza, además el ANGLIRU, con letras mayusculas, siempre ha estado en la mente de cualquier deportista que se decante por los deportes en puro estado de agonía y de dolor. ¿Quién dijo Miedo? Quién invento la frase “No hay dolor”. Estaba inquieto y con ganas de hablar. Algunos de los asistentes me preguntaron a modo de respuesta ¿Sabes a lo que te enfrentas?  Entonces, me quedé con la mosca tras la oreja. Pensaba que no era para tanto, había preparado la subida en puertos más llevaderos. Siempre he creído que un Angliru no se puede preparar haciendo Anglirus todos los días. Es como si un niño mira el escaparate de una pastelería, entra en ella y en vez de comerse un pastel, termina con la estantería de bombones. ¿Qué pasa? Termina empachado. Con el Angliru y en el maratón pasa lo mismo, algunos se empachan antes de comerse el pastel más grande.  De todas maneras, para quedarme más tranquilo y poder visualizar el circuito pedí que me llevaran a inspeccionar el recorrido. En un principio todo transcurrió con normalidad, todo era subida pero nada descabellada.  Cogí el cedular, llamé a Ioseba Beloki. El ex ciclista me había descrito como era el Puerto. Años atrás en la vuelta ciclista a España él lo había subida. En esa etapa ganó Angel Heras y Ioseba entro en segundo lugar. Creo, no estoy seguro pero me dijo que uso un 39/28.  Al descolgar el telefono le vacilé diciéndole, “esto lo subo sentado y en plato”. El ciclista exclamo ¡chaval, vete preparándote, no sabes lo que te espera, el Angliru no es bamby!  Un kilómetro más adelante, en la Cueña les Cabres, una vaca se cruzó en el camino. Jaime (organizador) metió primera y el coche se caló varias veces. Un olor a embrague quemado y el acojono por quedarnos allí tirados, decidimos por finalizar el reconocimiento del circuito. Durante trescientos metros fuimos  marcha atrás. Era difícil encontrar un lugar para dar la vuelta. Un miedo escénico invadió mi cuerpo. Esa noche cené solo. La camarera, paisana del lugar, me pregunto haber qué iba a cenar. Una ensalada y unos espaguetis. ¿Nada más? Nada más. Tú no subes.
Pusieron pie en tierra e imposible continuar
Pusieron pie en tierra e imposible continuar
Sábado, once de la mañana, doscientos deportistas con caras asustadizas están en La Vega (Riosa) esperando el inicio al ascenso a la cima del Angliru. Del punto cero hasta hollar la cumbre del Angliru (1570) nos separan trece kilómetros. Hasta llegar allí, tendremos que afrontar un desnivel de 1265 metros, con un desnivel medio del 10´04% y un máxima del 23´5%. Los primeros síntomas (manos frías) y las sensaciones eran buenas. Cada vez que compito o tengo un entrenamiento exigente, sea cual sea la temperatura ambiente, si tengo las manos frías es que estoy metido en la carrera. En los primeros compases de la subida nos tomamos los repechos con cautela. Enseguida se hace un grupo comandado por el vallisoletano Ricardo Mayordomo, los Asturianos Martín Alvarez y David Prieto y ahí estoy yo. En el kilómetro cuatro comparto zancadas con Mayordomo. Dentro de la dureza, puedo decir que hasta ese momento se puede ir corriendo. La niebla es espesa pero enseguida da paso un Sol radiante. Aumenta la temperatura, por la barbilla y codos empiece a emanar un regadero de sudor. El pulso se acelera. Voy cómodo pero más vale regular que caer en errores. Pregunto al vallisoletano si vamos demasiado rápidos y es contundente en su respuesta“creo que si, vamos solos”. No era la primera vez que Mayordomo transitaba estos lugares. Terminado el falso llano, me adentro en el infierno. Primero, Les Cabanes (22%) te pone las banderillas. Aprovecho las curvas y cambio de rasante para descansar y también para asentar leves cambio de ritmo. Cojo un metro, dos y tres metro de diferencia. Intento mantener un ritmo fijo pero muy cansino. El asfalto los desniveles y su dureza nos pone ha cada uno en su sitio. La sensación es que la velocidad es mínima (6´15/km), así que de vez en cuando se me pasa por la cabeza  andar en vez  de correr. Me ayudo e impulso con los brazos. Llego al kilómetro nueve, allí me espera Les Picones (20%) y mil metros más lejos Cobayos (21´´5%). Para entonces voy en solitario. Paso a un ciclista a dos tres y no se cuantos. No hay descanso.
El esfuerzo empieza a ser tortuoso, la merma física da paso a un deterioro psíquico. No veo ni  sospecho donde está el lugar de meta. Un ciclista intenta volver a subirse a su bicicleta. Imposible, deambula de un lado a otro de la carretera. Me animan y les pregunto ¿Cuándo termina? Pienso que ya ha pasado lo peor, levanto la cabeza y veo una recta que parece interminable, es como si se perdiera en las alturas del cielo. La Cueña Les Cabres (23´5%), después te remata  El Aviru (21´5%) y finalmente llego a Les Piedrusines (20% 1570 m) que  es como  un demonio que anda esperándote con un bate de béisbol para noquearte del todo. Saco lo poco que me queda y con un último esfuerzo huyo de allí para afrontar los últimos quinientos metros. Grandioso Angliru. Veo la luz, así que no estoy muerto. El arresto fue  recompensado con un registro de 1:01:59 y una corona de laureles. Después llegaría Mayordomo que estableció su mejor récord (1:03:39). Completó el podium el asturiano y especialista en carreras de montaña Martín Álvarez (1:06:01). En chicas la zamorana María Diez (1:27:09) se deshizo de sus rivales, María Garcia (1:30:54) y Ana Gutiérrez (1:32:43), en la zona más difícil del recorrido y venció sin ningún tipo de contemplaciones.
Si un torero nos parece que es valiente al ponerse enfrente de un toro de lidia, los participantes del Angliru demostraron mucho  coraje, descubrieron que querer es poder y que la esencia de los límites del ser humano están por destapar. Los atletas Abandonaron las cumbres con aires de satisfacción.
La carrera muy bien organizada por el club Línea de Meta no hubo ninguna incidencia.

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